viernes, 26 de septiembre de 2014

El mito de Orfeo y Eurícide

Orfeo, hijo de Apolo y Calíope y nieto de Zeus, poseía el don de la música y la poesía. Vivía enamorado de Eurícide, una ninfa de los valles de Tracia, a quien logró convertir en su esposa.

Aristeo, hijo de Apolo, perseguía en un desafortunado día a Eurícide para intentar poseerla, tan desafortunado que ésta pisó una serpiente y murió. Orfeo, terriblemente apenado, acudía a llorar a las orillas del río Estrimón. Allí, entonó canciones tan tristes que todos los dioses y ninfas le condujeron hacía el inframundo. Al llegar ante Hades y Perséfone, dioses regentes del inframundo, Orfeo trató de convencerles mediante su música para que diesen a Eurícide una nueva oportunidad en el mundo de los vivos. Los dioses aceptaron pero con una condición: que Orfeo caminase siempre delante y no la mirase hasta llegar arriba y que los rayos del sol la hubiesen bañado por completo. Fue un camino largo, aunque Orfeo mantuvo las ganas de girarse para mirar a su amada...

Pero al llegar a la superficie y habiendo creído Orfeo que todo ello había pasado ya, se giró cuando Eurícide aún tenía un pie en la sombra. En ese mismo momento, ella se desvaneció destruyendo así toda posibilidad de volver a verse.

  • Aún siendo el amor su tema más notable, el mito se centra prolongadamente en el poder de la música pues Orfeo mediante sus cantos consigue traspasar barreras nunca antes traspasadas e incluso ablandar los corazones de Hades y Perséfone, siendo estos regentes del inframundo. También cuenta con un descenso a los infiernos – y su posterior ascenso- dotando este tema de la cualidad de hazaña. 
  • A su vez, ese “poder” poseído por Orfeo a través del cual puede lograr hazañas tan solo mediante sus cantos y su efecto sobre el resto del mundo fue importante alrededor del último tercio del siglo VI a. C. Se podría hablar de pitagorismo cuando hablamos de esta época, en ella se introdujeron una serie de religiones “mistéricas” tales como el dionisismo, los misterios de Eleusis o la derivada de este dios, el orfismo. Las religiones mistéricas eran más simples – permitiéndome la apreciación- que la religión oficial griega, ya que en lugar de basarse en en cumplir los ritos de cada uno entre tantos dioses, se comprometían más con la vida de las personas que las seguían.
    El orfismo tenía numerosos seguidores, quienes creían en la división del alma entre cuerpo y alma, queriendo ellas librarse de su cuerpo pues este es tan solo una prisión. La única solución sería la muerte del cuerpo en sí, aunque ello no liberaría al alma ya que estas sufren un llamado “ciclo de migraciones” por el que van mudándose de un cuerpo a otro continuamente. Marcan la purificación del alma como una gran base.
  • Independientemente de mis creencias, creo que religiones como las mistéricas completan más al ser humano pues este no necesita realizar rituales ni cumplir con sus dioses ya que no les debe nada, si una persona es seguidora de una religión, esta debería ayudarle a encontrarse a sí mismo y llenarle como persona propiamente dicha. Por otra parte, respecto al alma no opino que esta necesite salir de su cuerpo para ser libre, ni que tenga que haber una separación entre ambos pues creo que se necesitan entre sí, sin alma no habría cuerpo y sin cuerpo no habría alma; si nos introducimos en otra de las ideas de ese mismo siglo podría citar en este caso que “los contrarios y opuestos se exigen los unos a los otros, no existe vida sin muerte ni bondad sin maldad”. Por último, algunos de los temas en este mito son obviamente arcaicos para nuestros tiempos pero sin embargo el del poder de la música, aunque a otro nivel, perdura hasta la actualidad.

Volviendo al mito propiamente dicho, cabe el cuestionarnos algo: ¿hasta que punto puede una persona amar, como para arriesgar su vida por tan solo recuperar a su amor?