Orfeo, hijo de Apolo y
Calíope y nieto de Zeus, poseía el don de la música y la poesía.
Vivía enamorado de Eurícide, una ninfa de los valles de Tracia, a
quien logró convertir en su esposa.
Aristeo, hijo de Apolo,
perseguía en un desafortunado día a Eurícide para intentar
poseerla, tan desafortunado que ésta pisó una serpiente y murió.
Orfeo, terriblemente apenado, acudía a llorar a las orillas del río
Estrimón. Allí, entonó canciones tan tristes que todos los dioses
y ninfas le condujeron hacía el inframundo. Al llegar ante Hades y
Perséfone, dioses regentes del inframundo, Orfeo trató de
convencerles mediante su música para que diesen a Eurícide una
nueva oportunidad en el mundo de los vivos. Los dioses aceptaron pero
con una condición: que Orfeo caminase siempre delante y no la mirase
hasta llegar arriba y que los rayos del sol la hubiesen bañado por
completo. Fue un camino largo, aunque Orfeo mantuvo las ganas de
girarse para mirar a su amada...
Pero al llegar a la
superficie y habiendo creído Orfeo que todo ello había pasado ya,
se giró cuando Eurícide aún tenía un pie en la sombra. En ese
mismo momento, ella se desvaneció destruyendo así toda posibilidad
de volver a verse.
Aún siendo el amor su tema más
notable, el mito se centra prolongadamente en el poder de la música
pues Orfeo mediante sus cantos consigue traspasar barreras nunca
antes traspasadas e incluso ablandar los corazones de Hades y
Perséfone, siendo estos regentes del inframundo. También cuenta
con un descenso a los infiernos – y su posterior ascenso- dotando
este tema de la cualidad de hazaña.
A su vez, ese “poder” poseído
por Orfeo a través del cual puede lograr hazañas tan solo mediante
sus cantos y su efecto sobre el resto del mundo fue importante
alrededor del último tercio del siglo VI a. C. Se podría hablar de
pitagorismo cuando hablamos de esta época, en ella se introdujeron
una serie de religiones “mistéricas” tales como el dionisismo,
los misterios de Eleusis o la derivada de este dios, el orfismo. Las
religiones mistéricas eran más simples – permitiéndome la
apreciación- que la religión oficial griega, ya que en lugar de
basarse en en cumplir los ritos de cada uno entre tantos dioses, se
comprometían más con la vida de las personas que las seguían.
El orfismo tenía numerosos
seguidores, quienes creían en la división del alma entre cuerpo y
alma, queriendo ellas librarse de su cuerpo pues este es tan solo
una prisión. La única solución sería la muerte del cuerpo en sí,
aunque ello no liberaría al alma ya que estas sufren un llamado
“ciclo de migraciones” por el que van mudándose de un cuerpo a
otro continuamente. Marcan la purificación del alma como una gran
base.
Independientemente de mis
creencias, creo que religiones como las mistéricas completan más
al ser humano pues este no necesita realizar rituales ni cumplir con
sus dioses ya que no les debe nada, si una persona es seguidora de
una religión, esta debería ayudarle a encontrarse a sí mismo y
llenarle como persona propiamente dicha. Por otra parte, respecto al
alma no opino que esta necesite salir de su cuerpo para ser libre,
ni que tenga que haber una separación entre ambos pues creo que se
necesitan entre sí, sin alma no habría cuerpo y sin cuerpo no
habría alma; si nos introducimos en otra de las ideas de ese mismo
siglo podría citar en este caso que “los contrarios y opuestos se
exigen los unos a los otros, no existe vida sin muerte ni bondad sin
maldad”. Por último, algunos de los temas en este mito son
obviamente arcaicos para nuestros tiempos pero sin embargo el del
poder de la música, aunque a otro nivel, perdura hasta la
actualidad.
Volviendo al mito
propiamente dicho, cabe el cuestionarnos algo: ¿hasta que punto
puede una persona amar, como para arriesgar su vida por tan solo
recuperar a su amor?